History of Rock Life

Una persona especial, me propuso en su día que hiciese un blog, a lo que yo le contesté que para hacer un blog había que saber escribir bien, como a ella le ocurre, y que como yo no soy de letras pues.... que no había blog. Pero ahí me dejó la semilla plantada..... germinando en mi cabeza hasta que me decidí y nació Rock Life. Un pequeño sitio con las cosas que me pasan por la cabeza y que lo mejor que tiene es la gente maravillosa que entra y se queda (o no se queda, pero entra). Gracias!! Sigo sin saber escribir bien, pero..... me da igual. Solo me queda dar las gracias a esa persona especial por animarme a escribir y esperar que no se me vaya la inspiración para seguir por aquí mucho tiempo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Olor a gasolina


Está lloviendo, huele intensamente a gasolina mientras llenan el deposito de mi Mustang, veo como chorrean las gotas de agua por el parabrisas, igual que me han recorrido por la frente en alguna partida de poker o en algún duelo en mis comienzos, cuando todavía me ponía nervioso el hecho de que acabara con mi vida alguna bala más rápida que la mía, tan rápida como la moto numero 58 de Sic, al que le quitó la suya en un segundo con esa fatal caída, tan alta como un oasis flotante, al que solo van los más grandes, que recorre los cielos y del que cae una cascada eterna que al tocar tierra se convierte en un gran río por el que navegan piratas de parche en el ojo y pata de palo en galeones con bandera negra y llenos de cofres con tesoros que ocultan enterrándolos en la playa antes de que el río se fusione con el mar, de la misma fantástica manera que se fusionan el azul y el amarillo para salpicar todo de color verde, el de la esperanza, el de mi amiga, el de los duendes y el de la lechuga, el de las esmeraldas y el de los dolares, el del campo y el de esos ojos tan bonitos que hacían juego con su ropa interior, que me enseñó en su habitación después de un concierto de Whitesnake con la voz de Coverdale todavía sonando en mis oídos, los mismos que ahora escuchan los cantos de los buitres hambrientos por encima de mi sombrero mientras cruzo con mi caballo la meseta de Missouri huyendo de la policía que con sus trajes de cuero negro y sus Camaro de ocho cilindros intentan darme caza, y todo por acabar con dos indios que intentaron robar mi recompensa y dejarlos tirados en la acera, parecida a las que encontré por las calles de San Francisco, que me llevaron hasta el puerto donde cogí un barco con destino al viejo mundo, donde los dolares no valen nada,  los vaqueros chupan palillos en vez de mascar tabaco y en vez de montar a caballo y beber whisky van en Land Rovers y toman cervezas acompañadas de unas tapas, como las de las alcantarillas de las que sale humo gris, igual que el que escupe el escape del Ford GT con el que gané las 500 millas de Indianapolis, (el mismo día que Patt Garret acabó con Billy el niño), con una media de 190 millas por hora (H) del día D, de dedo, acusador y que se mete en el bote de leche condensada para saborear ese dulzor rico como el de un terrón de azúcar al deshacerse en la boca, del metro, cuando voy al centro, de la diana, como una flecha de dirección obligatoria hacia el infinito, donde el viento da la vuelta y donde los mares suben al cielo y se desbordan hacía la tierra, y donde el sonido de una llave contra el cristal me devuelve a la realidad. Arranco y sigo con mi viaje, dejando atrás el olor a gasolina bajo la lluvia salada.

lunes, 17 de octubre de 2011

As de corazones


Hago girar el rodillo contra el pedernal hasta que salta la chispa que al contacto con el metano y el oxígeno despierta al fuego, amarillo y azul. Enciendo otro pitillo. Aspiro su humo venenoso, que me llega a los pulmones y la nicotina se mezcla en mi sangre hasta que llega a golpearme el cerebro y calma mis nervios. Me hace falta.

Delante de mi tengo una carta desconocida boca abajo, tan abajo como el sótano en el que me encuentro jugando una partida de cartas clandestina, y nada agradable.
Empezamos diez, solo quedamos dos. Un traficante de armas ruso y yo; un gilipollas que debe cinco millones de dolares a un colombiano capaz de cortarme la cabeza para decorar su salón si no se los devuelvo en dos días. También debo el millón de dolares de inscripción para la partida y que el cabrón judío que me lo ha prestado, lo ha hecho a cambio de verme de rodillas suplicándole y de devolverle otros cuatro millones más de intereses. Y mi pescuezo si no gano la partida.
-Debo diez millones de dolares; el premio de la partida.
-Me estoy jugando mi vida en esa carta que tengo delante boca abajo.
No hay marcha atrás, me lo he jugado todo y el ruso ha aceptado.

As de picas
As de diamantes
As de tréboles

Con un inútil siete de picas, es mi jugada. Suficiente para machacar a un pardillo, pero no al cabronazo que tengo delante. Todo depende de esa maldita o bendita carta que me queda levantar.

Todo se jodió el día que mi avaricia pudo con mi sentido común. Mi nivel de vida era cojonudo. Con mis trapicheos había hecho una pequeña fortuna que me hubiera permitido vivir toda la vida sin apreturas. ¿Para que coño necesitaba invertir todo mi dinero en ese puto barco lleno de cocaína? ¡joder! era una operación fácil..... ¡¡y una mierda!! Seguro que fue esa puta la que dio el chivatazo.
Qué mas da. Saber quien fue y lamentarme no me va a sacar de este agujero.

Miro al frente y veo al jodido ruso con una sonrisa que enseña sus dientes amarillos. Lleva jugada el cabrón. Gotas de sudor frío me empiezan a resbalar por la frente. Toda la gentuza que está alrededor de la mesa se empieza a impacientar y empieza un murmullo incómodo. El crupier me pide que recoja la carta.
Bebo el whisky que queda en mi vaso de un trago. Lentamente alargo mi brazo derecho hacia ella. Elijo el derecho por esa mierda de la suerte. La cojo, me la acerco y con el corazón a punto de estallarme, la miro...

¡¡Un corazón!!

Un corazón solitario tan grande como la luna.
Me dejo caer en la silla a la vez que tiro las cartas al tapete.
Miro al ruso y veo como la sangre de su cara huye lejos de allí mientras enseña su escalera de color y mira bizqueando mi poker de ases.
Se levanta sin darme la mano. Ha perdido. He ganado. Siempre he tenido suerte en el juego. Uffff pero esta vez las he pasado putas. Me jugaba demasiado.
No tengo un centavo. Los diez millones de dolares que acabo de ganar, son mitad para un judío y mitad para un colombiano. Hay que joderse.
Pero estoy vivo.
Y me alegro

sábado, 8 de octubre de 2011

Flor de desierto

Vivía solo, en el desierto en una casa con un jardín seco, lleno de arena estéril, hasta que apareciste y lo llenaste de semillas de las que increíblemente crecieron las plantas más bonitas que haya visto nunca...
Venías todos los días a visitarme, llenando mi casa de ilusiones y disfrutando juntos de las vistas de ese maravilloso jardín que regabas para mí.... hasta que te pedí que te quedaras conmigo para siempre. Pero no quisiste y te fuiste dejando que el jardín se secase poco a poco, y con él mis ilusiones y mi vida también se secaban.... y otra vez me quedé solo.

Al cabo de unos días todo el jardín era una masa gris y tétrica, tan seca que el viento nocturno se empezaba a llevar muy lejos... al igual que mi alma que cada vez estaba más lejos de mí.
Cuando apenas quedaba nada y asomaba la arena de nuevo, apareció algo que me fascinó....era una flor amarilla, que no solo había sobrevivido, si no que estaba creciendo!!! y creció y creció y yo me aferraba a ella como un naufrago a un trozo de madera en medio del mar.


Llegó a convertirse en un árbol, maravillosamente grande y lleno de esas flores amarillas que el viento mecía y llevaba su polen lejos y cerca haciendo crecer más plantas iguales en jardines de gente que ni siquiera sabía que estaban ahí. Siempre habían estado pero no podía verlos, ni ellos a mí.
Empezamos a visitarnos y con cada visita crecía en nuestros jardines una planta nueva, y al cabo de un tiempo nuestros jardines estaban tan repletos de belleza que era casi imposible poder caminar entre ellos. Mi corazón volvía a latir con fuerza y mis ilusiones se renovaron dando paso a sueños inimaginables.
El desierto desapareció y se convirtió en una jungla de colores en la que me encanta vivir y que disfruto cada día más.

No te voy a decir que me alegre de que te fueses de mi lado, porque me hubiese encantado de que te quedases, pero no puedo dejar de agradecerte que dejases esa semilla en mi jardín que está dando sentido a mi vida. GRACIAS.