Llevaba dos días tras la pista de
Troy Mackoy, un estúpido ladrón que asaltó una diligencia matando a todos sus ocupantes, cometiendo el enorme error de que una de ellas era
Gina Bridges, una putita de grandes tetas y cintura fina que se follaba al juez
Garrett, el más poderoso del estado de
Missouri, a cambio de vestidos caros y una vida llena de caprichos.
Garrett, ciego de ira cuando se enteró, puso sobre
Mackoy una recompensa de
5000$ muerto y
15000$ vivo!!! Eso quería decir que le quería despellejar él mismo con sus manos por quitarle a su chochito. Le quería vivo a toda costa y yo se lo iba a entregar así, aunque tuviese que bombearle el corazón con mis propias manos.
Después de recorrer 37 millas por el desierto llegué al
río Hadson, donde hice noche y mi caballo repuso fuerzas para el día siguiente. El día que daríamos caza al hijo de perra de
Mackoy.
Llevaba todo ese día dando vueltas a una conversación que tuve la noche antes de partir con
Anna, la dueña del
Saloon de
Springfield. Esa conversación la habíamos tenido infinidad de veces, pero esta última me hizo pensar en serio lo que me dijo. Eran ya casi un año los que nos estábamos viendo con frecuencia, siempre que no tuviese yo algún trabajo que hacer, y lleva ya un tiempo pidiéndome que me quede con ella, que vende el
Saloon y con lo que saque y lo que tengo yo, irnos a un rancho y empezar una vida juntos. Siempre la digo lo mismo. Que yo no estoy hecho para ese tipo de vida. Que mi vida está en los caminos siguiendo rastros. Que no soy su hombre. Ella me intenta convencer entre sus sábanas pero cuando despierta ya no hay nadie a su lado.
Pero esta vez no se si fue por el sol abrasador del desierto que me derrite la sesera, pero le estuve dando muchas vueltas al tema y estoy pensando seriamente hacerla caso. Creo que me quiere, y yo también a ella. No había sentido nada igual nunca por ninguna otra mujer. Sí, puede que sea el momento de empezar una nueva vida. Al fin y al cabo estoy hasta los huevos de perseguir gentuza de un sitio a otro. Lo haré.
Se me dibuja una sonrisa cuando pienso en la nueva vida con
Anna. Hay que joderse. Creo que lo llaman
ilusión.
Por la mañana clavo las espuelas a mi caballo para ir lo más rápido posible . Quiero que este trabajo se acabe lo antes posible. Al atardecer llego al pueblo de
Malpaso y veo a
Mackoy llevando a su caballo al abrevadero. Es una putada para él que le haya pillado porque le quedaban menos de 100 millas para llegar a
Méjico. Me miró de reojo. Sospecha de mi y en cuanto me bajo del caballo y me dirijo a él, no se hace esperar y desenfunda su revolver. Yo fui más rápido y le pegué dos tiros; el primero en el hombro derecho y el segundo en la rodilla izquierda. Ya no podrá dispararme ni salir huyendo. Tampoco se desangrará. A él también le dió tiempo de disparar, pero muy lejos de su objetivo. Ha sido uno de los trabajos más fáciles que he tenido y de los que más voy a cobrar.
El viaje de vuelta se me hace largo, no veía el momento de llegar a
Springfield para ver a
Anna. Tres días después entregué a
Mackoy al juez, pillé la pasta y me dirigí al
Saloon.

Al no verla por la planta de abajo, supuse que estaría en su habitación en la primera planta. Subí y entré sin llamar. Al entrar me quedé sin aliento. La imagen de Anna de rodillas chupándosela a un desconocido me revolvió las tripas. Instintivamente desenfundé mi revolver apuntando a la cabeza del desconocido, causándole tal sensación de acojone que se meó en la cara de
Anna aún teniendo la polla empalmada. Ni ellos ni yo dijimos nada y terminé pensando que ninguno de ellos era culpable de nada. Solo
yo era culpable, de ser un estúpido que se ilusiona y no darme cuenta de que un
vaquero como yo está condenado a una vida solitaria y que eso no se puede cambiar.
Me guardé el revolver, me di la vuelta, bajé las escaleras hasta la barra y pedí la primera botella de
whisky de la noche.....Todo sigue igual.....sin cambios.